Un proceso

 

Hoy empieza el mes de mayo. Primer día, primer domingo, y día de la madre. ¡Bonita ocasión para enviar mi carta mensual!

Aunque es cierto que llevamos ya un tiempo de primavera teórica, en muchos lugares no parece que el sol termine de instalarse. El calor viene, luego se va. Vuelve, pero solo para dejar paso de nuevo a la lluvia durante unos cuantos días más. Y hasta a mí, que siempre he sido una criatura de hibernación, se me empieza a hacer un poco largo. 

En realidad esta época siempre es un poco así, de transición, pero se nos olvida. Nos quedamos con lo del principio y lo del final, con los inicios y los momentos de triunfo, pero tendemos a obviar todo lo que pasa en medio. Y eso que hay muchos momentos de la vida que se parecen a esto: a una espera - más bien larga - en la que tenemos que hacer nuestro nido en una rama provisional. No termina de ser verano, pero tampoco es invierno, y mientras tanto tenemos que ir a trabajar.

Estos meses (que poco tienen que ver ya con la tranquilidad de mi parón a principios de año) estoy enfrascada en numerosos proyectos. Proyectos que llevan su tiempo, su cariño y dedicación y que, a menudo, tardan bastante en ver la luz. Por eso, últimamente pienso mucho en la importancia de ser paciente con los procesos. Es difícil mantener el norte cuando el viaje se nos empieza a hacer largo, o cuando no vemos claro hacia dónde apunta la brújula. Pero en las buenas historias suele ser ese el momento en el que ocurre la magia.

Yo nunca suelo compartir mucho sobre mis procesos de trabajo. En parte porque no sé si es algo que os interese. Pero siendo sincera, creo que también es porque tengo la tendencia de enseñar las cosas solo cuando yo considero que están perfectas, no cuando están a mitad. Por eso, a modo de “cura de humildad”, he decidido compartir el proceso de una de mis ilustraciones. Durante los meses que estuve haciendo las ilustraciones del calendario, decidí grabar el “making of” de algunas de ellas, y ahora que llega el mes de mayo, me parece un buen momento para compartir esta. 

Cuando empecé a concebir la imagen, me apetecía mucho plasmar una de esas cenas al aire libre que empiezan a celebrarse con la llegada del calor (para mí, una de las mayores delicias que traen consigo los meses estivales). Así que traté de buscar inspiración en momentos concretos que yo hubiera vivido, y enseguida me vino a la mente mi amiga Clara, con la que he compartido numerosas de esas ocasiones especiales. Recopilé una serie de fotos de momentos en terrazas, y me puse a trabajar.

A veces no dibujo a partir de una única foto, sino que hago un “mix”. Busqué varias imágenes de diferentes días, tomando prestados diferentes elementos de cada una de ellas. Por ejemplo: la ilustración que finalmente realicé está muy basada en la terraza de la casa del pueblo de mi amiga, pero tiene algunos detalles de otros sitios: una tira de luces de otra casa, las antenas de la ciudad… 


Es increíble cómo a veces, a pesar de que yo tengo lugares o personas muy específicas en mente cuando trabajo, luego mucha gente me dice que la imagen les recuerda a otras situaciones que ellos han vivido, o a otras personas… Una chica que vino a visitarme a una feria compró una lámina que decía que le recordaba a su abuelita porque al parecer tenía un batín súper parecido, y hasta se fue a su casa a traerme el batín para enseñármelo (true story). Supongo que al final lo personal es universal.

A veces no dibujo a partir de una única foto, sino que hago un “mix”.  Busqué varias imágenes de diferentes días, tomando prestados diferentes elementos de cada una de ellas. Por ejemplo: la ilustración que finalmente realicé está muy basada en la terraza de la casa del pueblo de mi amiga, pero tiene algunos detalles de otros sitios: una tira de luces de otra casa, las antenas de la ciudad… 


Es increíble cómo a veces, a pesar de que yo tengo lugares o personas muy específicas en mente cuando trabajo, luego mucha gente me dice que la imagen les recuerda a otras situaciones que ellos han vivido, o a otras personas… Una chica que vino a visitarme a una feria compró una lámina que decía que le recordaba a su abuelita porque al parecer tenía un batín súper parecido, y hasta se fue a su casa a traerme el batín para enseñármelo (true story). Supongo que al final lo personal es universal.

Lo primero que hago siempre es un boceto a línea, muy rápido. No suelo alargarme demasiado aquí, en parte porque no tengo paciencia, pero también porque me gusta ir definiendo los objetos directamente con el color. Luego algunas cosas cambian con respecto al boceto, pero en este caso concreto se mantuvo bastante fiel. 

A menudo pienso en nuestra profesora de dibujo, que siempre nos decía: “de lo general a lo particular” (aparte de otras tantas “perlas” dignas de academia militar). Eso es para mí algo muy importante cuando dibujo: no hay que perder de vista el conjunto de la composición entera por detenerse demasiado en los detalles (¡gran filosofía de vida!).

Bueno, he hecho un pequeño vídeo en el que se ve mejor el proceso, desde el principio prácticamente hasta el final. ¡La verdad es que es bonito verlo así! Te lo dejo aquí abajo, por si te apetece verlo :) (puedes pinchar en la imagen para ir al link)

Como las ilustraciones de los calendarios suelen tener áreas “en blanco” para poder añadir los meses, cuando quise editarlas como láminas sueltas se me hacía raro verlas con ese hueco vacío. Así que, para no dejarlo así, decidí hacer una pequeña intervención final. Elegí unas frases o textos que representaran cada una de las escenas y, en la línea de la filosofía del “juego” que recientemente estoy intentando rescatar, probé diferentes caligrafías por divertirme. No son letterings perfectos, pero estoy muy contenta de haber probado estilos nuevos.

Este es el resultado final:

¡Ahora ya sabéis la historia de esta ilustración! Visto con perspectiva, es bonito apreciar todo el desarrollo. Pero cuando estás en medio del camino, hay muchos momentos en medio en los que la mente se nos nubla y que no lo vemos nada claro. A menudo me pasa que dejo dibujos a medias porque me enredo y no sé cómo salir. Pero no pasa nada, supongo que es todo parte del proceso.

 
Sara Peña Martín